Hola, tíos:
Bueno, pues que
el otro día me he enterado de que en Cataluña los políticos de la región han
decidido prohibir las corridas de toros; y eso no
me mola nada.
Para empezar, les diría a esos que tanto critican las corridas de
toros que la tauromaquia es parte de la cultura española y tiene una
tradición milenaria. Es casi un resto arqueológico de antiguas culturas
orientales. Por tanto, excomulgarla sería menospreciar este
componente tan especial de la cultura española. Además, todas las
culturas, tanto las occidentales como las orientales, tienen elementos
destructivos.
En Extremadura hay grandes
dehesas donde pastan los toros bravos. Parte de mi familia procede de esa
región; en concreto, de la provincia de Cáceres. En estas dehesas hay muchas
encinas y alcornoques, ambos árboles pertenecen a la familia de los “quercus”.
Al toro
bravo se le trata bien. El toro bravo vive como un rey. Los toros bravos son
criados por su bravura. Las corridas serán prohibidas. Los toros bravos desaparecerán.
Por otra parte, las corridas de
toros son una muestra del aprecio y respeto de la fuerza del animal.
Para algunos incluso los toros son un símbolo casi religioso de la lucha
entre el bien y el mal. Una corrida de toros sirve para descargar
colectivamente sentimientos negativos y agresivos y eso es muy sano.
Así pues, las corridas de toros no se ve como un deporte más, si no como una mezcla de arte, baile y muestra de ‘birilidad’.
Así pues, las corridas de toros no se ve como un deporte más, si no como una mezcla de arte, baile y muestra de ‘birilidad’.
En resumidas cuentas, los
toros forman una parte importante de la industria turística española. Las
corridas de toros son la Fiesta Nacional, son el símbolo de la esencia del
país. En resumen, actuar en contra de los toros es actuar en contra de
España. ¡Vivan las corridas y olé!
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