lunes, 29 de octubre de 2018

EL ESTUDIANTE DE SALAMANCA

 Era más de media noche,
antiguas historias cuentan,
cuando en sueño y en silencio
lóbrego envuelta la tierra,
los vivos muertos parecen, 5
los muertos la tumba dejan.
Era la hora en que acaso
temerosas voces suenan
informes, en que se escuchan
tácitas pisadas huecas, 10
y pavorosas fantasmas
entre las densas tinieblas
vagan, y aúllan los perros
amedrentados al verlas:
En que tal vez la campana 15
de alguna arruinada iglesia
da misteriosos sonidos
de maldición y anatema,
que los sábados convoca
a las brujas a su fiesta. 20
El cielo estaba sombrío,
no vislumbraba una estrella,
silbaba lúgubre el viento,
y allá en el aire, cual negras
fantasmas, se dibujaban 25
las torres de las iglesias,
y del gótico castillo
las altísimas almenas,
donde canta o reza acaso
temeroso el centinela. 30
Todo en fin a media noche
reposaba, y tumba era
de sus dormidos vivientes
la antigua ciudad que riega
el Tormes, fecundo río, 35
nombrado de los poetas,
la famosa Salamanca,
insigne en armas y letras,
patria de ilustres varones,
noble archivo de las ciencias. 40
Súbito rumor de espadas
cruje y un ¡ay! se escuchó;
un ay moribundo, un ay
que penetra el corazón,
que hasta los tuétanos hiela 45
y da al que lo oyó temblor.
Un ¡ay! de alguno que al mundo
pronuncia el último adiós.

       El ruido
      cesó, 50
       un hombre
       pasó
       embozado,
       y el sombrero
       recatado 55
       a los ojos
       se caló.
       Se desliza
       y atraviesa
       junto al muro 60
       de una iglesia
       y en la sombra
       se perdió.



Resumen:


El protagonista es don Félix de Montemar, seductor, jugador, altanero, irreverente, etc. De él se enamora la bella e inocente Elvira, que, tras ser abandonada por don Félix, enloquece y muere de amor. Para vengar su muerte viene desde Flandes su hermano don Diego de Pastrana, que desafía a don Félix y es muerto por él. Cuando Montemar escapa por la calle del Ataúd, todavía con la espada ensangrentada en la mano, se le aparece una misteriosa figura femenina de blancos ropajes que reza ante una imagen de Jesús. Don Félix, intuyendo una nueva aventura amorosa, sigue a la visión, que le avisa varias veces para que enmiende su conducta. Pero el supuesto lance amoroso terminará siendo un encuentro con la muerte. Muy pronto, la persecución por las calles de Salamanca adquiere un tono de pesadilla que culmina primero con el encuentro de don Félix con su propio entierro y, más tarde, con una macabra ceremonia de boda: en efecto, la misteriosa dama lo conduce hasta una infernal mansión custodiada por sombras y espectros; allí baja por una escalera que le lleva ante una tumba que es a la vez tálamo nupcial. Cuando don Félix destapa el velo que cubre la cara de la mujer a la que ha seguido, contempla asombrado que es la calavera de Elvira. Se les une el cadáver del muerto don Diego, quien junta las manos de los prometidos. El esqueleto abraza fuertemente a don Félix y este muere sin contrición. Con el amanecer, la atmósfera de pesadilla que ha presidido la noche se desvanece: vuelve la luz y desaparecen los sonidos y las visiones infernales. Por las calles salmantinas se rumorea que esa noche el diablo ha venido para llevarse al infierno a don Félix de Montemar.



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